31 jul'17

¿Quieres clientes fieles? ¡Sé coherente!

¿No te ha pasado muchas veces? Ves un anuncio, en la tele o en un mupi y sientes el flechazo. De repente esa imagen, esa promesa de marca, por lo que sea, ha conseguido que el interruptor de tu cabeza (o lo que es lo mismo, el cerebro límbico, al que se sólo se llega mediante las emociones), haga click. Y automáticamente tienes que comprar el producto anunciado.

¿Y no te ha pasado que llegas al punto de venta y lo que habías visto en el anuncio no tiene nada que ver con el producto en cuestión? En ese momento el neocórtex, nuestra parte racional, le dice al límbico: “A ver, un momento, aparta que no tienes ni idea, ¿cuánto vale esto?” Así que sales de la tienda con las manos vacías, el límbico llorando a mares y el neocórtex súper contento porque no hay nada, NADA, que le guste menos que gastarse dinero. Y lo más probable es que no quieras saber nada más. Ni del producto ni de la empresa que está detrás.

Pues este hecho tan concreto que nos ha pasado a todos, puede extrapolarse a una familia entera de productos, una marca y más allá de eso, a la empresa, produciendo una catástrofe.

Todas las marcas/empresas tienen como objetivo conseguir establecer una ‘relación’ con su posible consumidor.

Con relación nos referimos a un intercambio de mutua confianza y lealtad.

Puede que en la actualidad ésa sea una de las cosas más difíciles de conseguir, con 200 competidores alrededor peleando por el mismo trozo del pastel, los más de 3.000 impactos de comunicación al día que recibimos y el bolsillo, que no termina de levantar cabeza. Pero si se consigue, la empresa afortunada creará comunidad, una legión
de brand lovers que evangelizarán las bondades de la marca allá donde vayan. Apple es un ejemplo. El Corte Inglés, Tous o Desigual son otros.

Pues bien. Para conseguirlo, el ingrediente indispensable, condición sine qua non, es la coherencia. Que lo que dices, sea realmente lo que haces. Que lo que comuniques, sea realmente lo que vendes. Manteniendo la promesa hecha a tu consumidor. Si prometes calidad, da calidad. Si prometes servicio, da servicio. Es la mejor garantía para consolidar una marca, aumentar número de clientes (y clientes satisfechos, o sea, clientes fieles) y ganar cuota de mercado. Y así la marca vivirá durante muchos años junto a su consumidor, feliz como una perdiz ;-).

SG Admin
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